
Por su parte, Michel Odent, dedicado a cirugías de parto desde hace 40 años, exploró los efectos del comportamiento de hormonas que secreta la mujer en el parto, como la oxitocina y la prolactina, responsables en parte de la futura conducta afectiva del niño. "La oxitocina es la hormona del amor y del altruismo. Es fundamental en los primeros minutos de vida, un período crítico para el desarrollo de la capacidad de amar", dice Odent.
También conocida como "la hormona de la fidelidad", la oxitocina, regula procesos afectivos como el enamoramiento y ayuda a crear fuertes lazos con la pareja.
Presente también en las relaciones sexuales, estimula la circulación del esperma en el hombre y la contracción de la musculatura pelviana en las mujeres, lo que contribuye a incrementar la sensación de placer, y además, recientes estudios realizados en la Universidad de Zurich han vinculado la secreción de oxitocina con niveles elevados de confianza y solidaridad hacia otras personas.
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