Hoy finalmente las mujeres hemos alcanzado la tan ansiada igualdad con el hombre.
Lo que se concreta en el acceso a espacios, posiciones o actividades masculinas para los cuales somos tan capaces como ellos. Pero eso no es suficiente.Somos mujeres,
distinto género,
y sin desmerecer lo ganado, nos debemos ahora ir más allá. Lograr ser reconocidas y respetadas como tales, con las diferencias propias de nuestra naturaleza femenina.Devenidas madres, y con la rápida vuelta al trabajo, debemos retomar nuestras funciones como si nada hubiera pasado, pretendiendo ser las mismas de antes, para lo cual debemos hacer malabares sacrificándonos y exigiéndonos al máximo, a nosotras y nuestros bebés, intentando incluso "dejar en casa"
junto a ellos -en el mejor de los casos- nuestro ser mamá...
Pero esto no es posible, lo sabemos muy bien cuando diariamente partimos al trabajo bolsita en mano con el sacaleche a cuestas y el corazón pesado de culpa por abandonar a nuestros pequeños bebés tantas horas.
Y por si fuera poco, debemos
"rendir" o
"producir" como antes, como si no existieran las noches mal dormidas, los dolores de espalda, el corazón estrujado, la incertidumbre de cómo estará nuestro bebé en nuestra ausencia o la atención pendiente de noticias del resfrío que inevitablemente se pescó en la guardería, mientras nos consolamos mirando su foto en la compu intentando creernos eso de que "
la guardería les hace bien para sociabilizar"?!?!?! aunque nuestro bebé tenga apenas unos meses de vida
En fin, creo que la nueva lucha o la verdadera conquista, como querramos llamarla, sería lograr que el mundo masculino, y nosotras mismas,
nos reconozcamos como género distinto, con iguales capacidades que el hombre pero a la vez sabiendo que nuestra naturaleza es diversa, siendo respetadas y valoradas según ella, dándosenos nuestros justo lugar como MUJERES y como MADRES, como género creador y portador de vida.
Y con esto me refiero, entre tantas otras cosas, a reveer la ley de maternidad que nos da "NADA" de tiempo para retornar a nuestros trabajos, con lo cual no alcanzamos a adaptarnos a nuestro nuevo rol de mamá, ni a conocer y ni dejarnos conocer por nuestros nuestros bebés recién nacidos, obligándonos a desprendernos de ellos muchas horas diarias; la poca flexibilidad laboral y la "dádiva de la hora maternal", la carencia de espacios exclusivos para lactar o extraernos leche en nuestros lugares de trabajo, el tomar conciencia y revalorizar la lactancia natural y la tirana exigencia de los cánones estéticos actuales que reclaman la inmediata recuperación del nuestro cuerpo, por decir algunas...
Hay todavía mucho por hacer...